jueves, 4 de noviembre de 2010

CAFE Y COPA

Paco el camarero me mira de reojo , no entiende como puede gustarme mezclar el café con leche con el anís , no alternando sorbo con sorbo , o , como la mayoría paladeándolo después de acabar el humeante vasito , pero no , a él , experto barman de humildes tabernas y bregado bebedor de coñac , le parece extraño , casi herético , ver como el anís apaga el calor del café en el mismo vasito, y como , después de varios sorbos cortos continúo con el ritual de rellenarlo haciendo más suave y anisada la mezcla día a día me mira y no dice nada , es hombre de pocas palabras y mal carácter, los monosílabos que muchas veces se confunden con gruñidos y su mirar por encima de las gafas son su seña de identidad y los parroquianos ya nos hemos acostumbrado a su papel abandonando la ímproba tarea de arrancarle algún comentario más de la cuenta de tarde en tarde , se le acaba sacando más jugo cuando es él el que , con su rota voz , se arranca como los buenos “cantaores” , sin avisar, y te sorprende dirigiéndose a ti.
Soy diríamos , cliente habitual , no voy todos los días , pero uno entiende que ostenta tamaña distinción cuando se ve halagado con el detalle de que le sirvan la “consumición” sin pedirla o que le obsequien con un ¿ Lo de siempre?, familiaridad , reconocimiento aunque sea en esos pequeños momentos del día.
La tele vomita como cada mañana las cabeceras de las noticias del día por encima de las cabezas del resto de empleados que junto a Paco patrullan por el interior de esa frenética trinchera en que se ha convertido la barra , es hora punta y la parroquia se afana en apurar cafés , copas y cigarrillos por igual con la celeridad del que llega tarde y lo sabe y con el hastío del “venga “, si hay que empezar , cuanto antes mejor,que remedio. Ruido de platos y vasos al chocar , del hervidor de leche , los golpes al recargar la cafetera y el estridente molinillo del café mezclado con los corrillos de voces y el sonsonete de los anuncios , curiosamente , un babel de ruidos que no me molestan , es más creo que me hacen pensar , M Carmen , una de las camareras ( creo que las elige el dueño en un casting , porque es como Paco pero en cándida damisela , de aspecto que no de genio como dicen por aquí)se acerca de cuando en cuando y casi siempre me hace alguna consulta profesional , es parca en palabras , en preguntas y en respuestas , y , casi siempre , acabas con la impresión de que no la has convencido en las explicaciones , creo que es tímida y que la vida no la ha tratado bien pese a que es joven , lo veo en su cara endurecida por la experiencia.
Me gusta ese ambiente , empezar las mañanas así , las de invierno sobre todo es como un lugar protector , o el calentamiento antes de que el día empiece .
Algunos días me siento en una mesa , con mi pequeña libreta y garabateo furtivamente frases sin llamar mucho la atención , no es precisamente un café de tertulias literarias del Madrid del 98 y queda raro un “tío” escribiendo a primera hora con el café y la copa delante y el cigarrillo en la mano,las mesas y las sillas son bastas , de madera gruesa , con esa pátina que da el tiempo y el uso , el roce de miles de platos y el contacto con no menos manos hay poca luz con lo que la zona de la barra parece un escenario al fondo y la intimidad invade este mi pequeño rincón a veces escribo frases , ideas , alguna línea suelta que se añade a cosas de días antes , a los proyectos de geniales relatos y novelas , sueños con aroma a café y anís , a humo de Camel , sueños que brillan al fondo como la barra y con la atrayente“musiquilla” del anuncio que está acabando.

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